ASCA-CIC estuvo personado en la causa contra los dirigentes de Novacaixagalicia. A diferencia de lo que sucede con el caso Bankia (que os detallamos a continuación), la colaboración de la acusación principal, ocupada por ADICAE, fue nula. Por ese motivo, CIC no pudo solicitar el aumento de la pena para los  dirigentes.

La salida a bolsa de BANKIA y el escándalo de las tarjetas black son dos asuntos que a día de hoy ocupan las portadas de los principales medios de comunicación de todo el País. Es por eso que hemos decidido publicar un artículo escrito por Gonzalo Postigo, presidente de la CIC (Confederación Intersindical de Crédito) a la cual está federado ASCA.

Con la retirada de UP&D de la acusación popular el puesto de la dirección letrada (de la acusación popular) del caso BANKIA pasó a la organización que ostentaba la segunda posición, es decir, CIC. La CIC podía haber hecho como tantas organizaciones sindicales han hecho (CCOO, UGT, CSICA, …, etc), mirar hacia otro lado y no intentar esclarecer los hechos ocurridos en la salida a bolsa de esta entidad, pero CIC no es como el resto de sindicatos (lo está demostrando día a día), por lo que se decidió en el secretariado asumir dicha responsabilidad.

Al principio llamó la atención que no estuvieran personados en la causa los principales sindicatos de clase, CCOO y UGT, después, cuando saltó el escándalo de las tarjetas black, todo quedó claro al aparecer imputados en dicho proceso una serie de altos responsables de estos dos sindicatos (incluso aquellos que estaban negociando los convenios del sector).

CIC lo tiene claro, no descansará hasta que se arroje luz sobre uno de los mayores escándalos financieros de los últimos 10 años.

Gonzalo Postigo

Es indignante, que entre los tarjeteros se encuentren sindicalistas de CCOO, UGT y ACCAM (Cuadros de Caja Madrid) y que se hayan gastado entre todos ellos 1,4 millones de euros

A pocos kilómetros de Madrid, en el polígono industrial de San Fernando de Henares, dispone la Audiencia Nacional de una sala especialmente habilitada para acoger grandes causas, con multitud de acusados o personados. En dicha sala, se está celebrando el juicio oral de las famosas tarjetas black. Los 65 acusados que se sientan en el banquillo, junto con sus abogados defensores, las acusaciones particulares, populares y medios de comunicación dejan un pequeñísimo espacio para el público en general. En estos momentos están concluyendo las testificales que solicitó la defensa, dando paso seguidamente a las periciales y finalmente, la primera quincena de diciembre está previsto que concluya el juicio.

A modo de crónica, la asistencia a la primera vista, me provocó una serie de sensaciones difíciles de plasmar en el papel, ya la llegada a la puerta del recinto fue más que sorprendente. Al otro lado de la calle se encontraba toda la prensa, cámaras y furgones de TV, periodistas, fotógrafos y junto a ellos un nutrido grupo de preferentistas, personas mayores, que proferían a todos los imputados por las Black una serie nutrida de insultos que casi completaban el extenso repertorio del que está dotado nuestro idioma.

Lo que le dijeron a Rato, Blesa, Sánchez Barcoj, Spotorno, Moral Santín, Baquero y demás tarjeteros es mejor no reproducirlo, no obstante, sus voces, sus palabras, algo que me produjo una profunda sensación de comprensión y de tristeza.

Como contrapunto, al Sr. Herzog y a mí, que nos encontramos en la entrada, nos recibieron con una pequeña ovación, entre aplausos y gritos de “duro con ellos”.

En las declaraciones de los acusados, que no están obligados a decir la verdad, la mayoría coincidió con que esos gastos eran un complemento a sus retribuciones, culpando al asesor fiscal, al no haber sido declaradas las cantidades gastadas con las black en su declaración de la renta. La verdad en las declaraciones de los acusados, brilló por su ausencia.

Es relevante que en las declaraciones de los testigos, D. Francisco Verdú, uno de los que disponían de la tarjeta black y no la usó porque  según sus palabras era ilegal, reconociese que la firma del contrato que le expusieron de la tarjeta suya estaba falsificada, y le dijera a Rato: “Le expuse que dicha tarjeta no estaba en mi contrato, le expuse que no entendía que una entidad pudiera dar gastos sin justificar y le dije que no la iba a usar. Rato se enfadó bastante. Tú quédatela y haz lo que quieras con ella, me dijo Rato”.

Jaime Terceiro, presidente anterior a Blesa, terminó de desmontar las estrategias de las defensas con sus declaraciones. El testigo sostuvo que cuando se crearon las tarjetas bajo su presidencia, en 1988, las VISA no permitían sacar dinero de cajeros automáticos, no estaban disponibles para realizar gastos particulares y tenían un límite de 600 euros, que sus sucesores elevaron hasta 5.000 euros. “Eran tarjetas blancas”, sostuvo. “Si se oscurecieron”, señaló, “fue después de que yo dejara Caja Madrid”.

Es indignante, que entre los tarjeteros se encuentren sindicalistas de CCOO, UGT y ACCAM (Cuadros de Caja Madrid) y que se hayan gastado entre todos ellos 1,4 millones de euros, habiendo reconocido alguno de ellos al fiscal (ninguno quiso responder a las acusaciones), que financiaron gastos de sus sindicatos. Esto es un atentado contra la libertad sindical, que pone en clara desventaja al resto de los sindicatos. Dos sindicalistas de CCOO tuvieron que ver directa o indirectamente con la negociación de nuestro Convenio Colectivo, mientras estábamos sufriendo pérdidas continuas en nuestros derechos.

El fiscal Luzón dijo “todos los españoles tenemos vela en este entierro” refiriéndose al rescate de Bankia con dinero público. Desde CIC hemos de plantearnos dos velas más, la libertad sindical y la pérdida de derechos impulsada por la empresa a base de tarjetas Black.