En los últimos meses la inflación en España ha subido cerca de un nueve por ciento, un 8,9% en concreto, con el detrimento que esto supone para las economías familiares. Los responsables de esta entidad, en una posición claramente privilegiada, han estado mirando para otro lado, como si sus trabajadores no fuéramos ciudadanos de un mundo en el que los precios suben mientras los salarios se congelan, en el mejor de los casos. El peor, el que afecta a los trabajadores más jóvenes, supone una cronificación de la precariedad que roza lo vergonzoso (hay que recordar la supresión del salario mínimo garantizado firmado en 2014 en un acuerdo totalmente lesivo para los trabajadores).

Lo dicen los compañeros: Si suben los precios, tienen que subir los salarios. Y lo ratificamos: No queda otra.

Máxime cuando la coyuntura en la que está el sector es de números positivos. Y ahí están, para defenderlo, los resultados del primer trimestre del año y también los titulares que se pueden encontrar en la propia página web de nuestra entidad:

“ABANCA gana 81 millones, con una rentabilidad del 7,6%”.

Desde ASCA creemos que todas las actuaciones ya sean movilizaciones o jornadas de huelga tienen que servir para reclamar, unidos y conscientes, a los dirigentes de Abanca cada vez más alejados de la realidad de la calle y de sus trabajadores. Apelamos también a la plantilla que día a día nos manifiesta su malestar para que apoyen y secunden estas actuaciones y que ejerzan libremente un derecho que nos da la Constitución.

No solo se hará por justicia, también para demostrar que lo que defendemos es el bienestar de los nuestros.